EPIDEMIOLOGÍA
La parotiditis epidémica es una enfermedad vírica transmisible causada por un agente viral, el virus de la Parotiditis, de la familia Paramyxovirus.
Este virus causa una enfermedad sistémica que se inicia con escasos o nulos pródromos, consistentes en fiebre, mialgias, cefalea y dolor a nivel de la región parótida, que se intensifica con los movimientos masticatorios y los alimentos ácidos. La primera manifestación clara suele ser la tumefacción parótida, uni o bilateral, máxima hacia el tercer día. Es frecuente el compromiso simultáneo de glándulas submaxilares y sublinguales. Esta afectación de la parótida y otras glándulas salivares no es obligada, ocurriendo aproximadamente un tercio de los casos sin esta típica manifestación.
Un 30-40% de todos los casos presenta infección inaparente, sobre todo en niños, en los que el cuadro es generalmente más benigno. El peligro viene representado por las posibles complicaciones y las manifestaciones sistémicas de la enfermedad. Las principales son la meningoencefalitis aséptica, con secuelas excepcionales, la orquiepididimitis, frecuente en varones (20%), sobre todo postpuberales, que puede provocar atrofia del testículo afectado y excepcionalmente esterilidad; la sordera neurosensorial, por neuritis a nivel del nervio auditivo, complicación de baja frecuencia (5/10.000) pero grave, ya que generalmente es permanente aunque unilateral; la pancreatitis, de frecuencia variable, que suele recuperarse espontáneamente en 3-7 días. Existen otras complicaciones, menos frecuentes, como ooforitis y mastitis en mujeres, artritis, tiroiditis, miocarditis, etc. Se ha descrito una mayor frecuencia de abortos (aproximadamente un 25% más) pero no malformaciones en relación a la infección materna en el 1º trimestre del embarazo.
El diagnóstico presuntivo es habitualmente clínico, apoyado por los antecedentes epidemiológicos. Se recurre a pruebas de laboratorio excepcionalmente, por cultivo viral de secreciones faríngeas, orina, o LCR, por pruebas de fijación del complemento, hemaglutinación, etc.
El reservorio de los virus es exclusivamente humano, no existiendo reservorio animal ni vectores implicados.
El mecanismo de transmisión es por contacto directo, por vía respiratoria, de persona a persona. Los enfermos (incluso asintomáticos o muy paucisintomáticos) transmiten la enfermedad a los huéspedes susceptibles por medio de aerosoles de saliva de pequeño tamaño emitidos al hablar, toser y estornudar. El riesgo para los viajeros no inmunes es mayor cuando se viaja a zonas donde no se vacuna sistemáticamente con vacuna triple vírica en los calendarios infantiles de vacunación (la mayoría de los países en vías de desarrollo en la actualidad), y se incrementa según la duración y condiciones de la estancia.
El periodo de incubación de la enfermedad es de unos 15-18 dias desde la exposición,aunque puede abarcar hasta 3 semanas. El periodo de transmisibilidad se inicia unos 6 días antes de la aparición de los primeros síntomas y se prolonga hasta 9 días después del comienzo de la enfermedad clínica, siendo máxima en las últimas 72 horas del periodo de incubación hasta el 4º día de la enfermedad.
La susceptibilidad a la infección es universal, lográndose resistencia definitiva tras la infección clínica o la vacunación. Debido a la gran cantidad de infecciones inaparentes, la mayoría de los adultos en comunidades urbanas son inmunes aún en ausencia de antecedentes clínicos de la enfermedad. Los segundos ataques descritos son probablemente errores diagnósticos, de etiología variada no atribuible a este virus.
SITUACIÓN MUNDIAL
La distribución de la enfermedad es mundial. Aunque ocurre en cualquier edad, el 85% de los casos clínicos ocurren en menores de 15 años, la mayoría entre los 5 y los 14 años. Se producen picos epidémicos cada 2-5 años. Los estudios epidemiológicos han demostrado que el 85-90% de la población no inmunizada adulta presenta anticuerpos protectores, pero la infección en los adultos no inmunes produce generalmente enfermedad más severa que en la infancia.
Antes de la era vacunal la incidencia era de entre el 0,1% y el 1% (y hasta el 6%), produciéndose de forma endémica en climas cálidos y en forma de picos de incidencia en climas templados. Ahora un 60% aproximadamente de los Estados miembros de la OMS (110 de los 193 en 2005) tienen incluida la vacuna (TV generalmente) en sus programas de vacunación sistemática infantil. Con la vacunación se ha obtenido una disminución de la incidencia en todos los grupos de edad. En el decenio de los ochenta, los brotes ocurridos se atribuyeron al hecho de que existían grupos de personas sin vacunar, susceptibles a la enfermedad. Pero los brotes más recientes han aparecido en poblaciones vacunadas prácticamente en su totalidad, lo que ha establecido la administración de una segunda dosis de TV dentro de los calendarios vacunales habituales. Como ejemplo actual, destacar la impresionante subida en el nº de casos experimentada por el Reino Unido en los años 2004-2005, en el que se reportaron a la OMS más de 10.000 y más de 63.000 casos respectivamente, frente a los 500-800 de años anteriores. La razón de este incremento continuado en los casos de parotiditis entre adolescentes y adultos jóvenes es que este grupo de edad era demasiado mayor cuando se inicio la vacunación infantil sistemática con triple vírica (a partir de 1988) y la mayoría sólo recibió vacuna combinada del sarampión y la rubéola. Además, la mayoría no fueron introducidos en las campañas de 2ª dosis de TV, cuando se introdujo esta práctica en 1996. Otro ejemplo a destacar de país industrializado con un número excepcionalmente alto de casos es Japón, donde la vacuna no está en el calendario infantil y registra más de 100.000 casos anuales de esta enfermedad (137.060 casos en 2011).
En Europa, según datos de los ECDC, se han declarado, cerca de 950 000 casos de parotiditis en Europa entre los años 2000 y 2008, con una mayor incidencia en los grupos de 5-9 años, 10-14 años y de ancianos. En esta región existe una gran variación en la incidencia de la parotiditis, existiendo una incidencia hasta 100 veces superior en países que presentan más casos comparados con los que presentan menos. En 2008 las mayores tasas denotificación se observaron en Irlanda (16 por 100.000), Bulgaria (15 por 100 000), Rumania (11 por 100.000), Luxemburgo (5,4 por 100.000) y el Reino Unido (4,3 por 100.000). Según los últimos datos disponibles, en 2010 la media europea de casos se situaba en los 1.98 casos por 100.000 habitantes.
En España, desde la década de los 80, ha ido disminuyendo la incidencia hasta un 97% menos. Es una EDO, sometida a vigilancia epidemiológica, lográndose cifras de entre 1.500-3.000 casos anuales en 2003-2005. Pero durante los años 2006 y 2007 la incidencia aumentó drásticamente, notificándose más de 6.000 y 10.000 casos respectivamente. En el año 2010 se declararon aún 2.705 casos (cifra similar a las de 2009 y más bajas que las de años anteriores), pero los casos volvieron a subir hasta los 4.615 en 2011.
En África y el SudEste Asiático la incidencia es aún alta en niños de 5 a 9 años, con más de 100-1.000 casos por 100.000 habitantes al año. Esto se debe a que la vacuna no está incluida en la mayoría de los calendarios vacunales infantiles (si lo está en Egipto, Singapur, Tailandia y Brunei), aunque si tienen en muchos casos incluida la vacunación monovalente para el sarampión.