El número de niños que viajan o viven fuera de sus países de origen ha aumentado de forma espectacular. Se estima que 1,9 millones de niños viajan al extranjero cada año. Los niños viajeros son un grupo especial de riesgo al que hay que presentar una especial atención, pero no por ello no pueden viajar, en términos generales.
Aunque los datos sobre la incidencia de las enfermedades en niños asociadas con los viajes internacionales son limitados, los riesgos que enfrentan los niños al viajar son probablemente similares a los riesgos de sus padres. La posibilidad de que un niño contraiga una enfermedad durante un viaje internacional varía enormemente dependiendo de las condiciones del viajero y del viaje, por lo que un grupo especialmente sensible son los niños hijos de inmigrantes nacidos en nuestro país y que viajan para visitar a sus familiares (viajeros conocidos como VFR:»visiting friends and relatives»), ya que durante el viaje se ven sometidos a unas condiciones de vida similar a la de los niños locales sin la inmunidad que ellos poseen.
Si no es absolutamente imprescindible, es preferible que los lactantes no viajen al trópico o a países con condiciones sanitarias deficientes en general. A esta edad se añaden a los riesgos propios de una inmunidad inmadura, la posibilidad que el calendario vacunal básico no se haya completado, con el riesgo que esto comporta, y la imposibilidad de recibir determinadas vacunas específicamente indicadas para este tipo de viajes, sea porque aún no son ineficaces o porque están formalmente contraindicadas, como es el caso de la vacuna contra la Fiebre Amarilla en menores de 6 meses de edad.
Viajar con niños hace necesario programar adecuadamente el viaje y adoptar una serie de medidas especiales que deben de comenzar al organizar el viaje. Se debe pensar específicamente en ellos al elegir el equipaje, adecuando mejor, si cabe, la ropa para el viaje, ya que los niños no regulan como los adultos los cambios de temperatura. Las grandes variaciones de temperatura entre el día y la noche son frecuentes en algunos destinos También hay que planificar mejor las rutas y las condiciones del viaje, ya que en general, hay que evitar exponer a los niños a circunstancias extremas o extenuantes.
Hay algunos factores relacionados con los viajes que afectan más a los niños que a los adultos. Destacan, aparte de las posibles enfermedades infecto-contagiosas (con distinta frecuencia, repercusión y gravedad según la edad), los accidentes en carretera y los relacionados con actividades en aguas recreativas, la mayor sensibilidad a la radiación solar y la mayor predisposición a infecciones por parásitos presentes en el suelo/arena, las picaduras de insectos y las mordeduras de animales.
MEDIOS DE TRANSPORTE
AVIÓN: Los viajes en avión están contraindicados para recién nacidos menores de 7 días y pueden provocar más molestias a los niños pequeños que a los adultos debido a los cambios de presión de aire en la cabina, ya que los bebés y los niños son más sensibles a los cambios repentinos de altitud.
En los viajes aéreos prolongados, es preferible no alimentar a los niños con tanta frecuencia como en casa, y evitar las bebidas gaseosas o las comidas flatulentas, debido a que la distensión abdominal que existe por expansión del gas intestinal puede ser molesta. La normativa de seguridad desde 2006 no permite llevar líquidos en aviones en envases de más de 100 ml, pero la comida de bebé, junto con las medicinas y los alimentos dietéticos que se vayan a consumir en el viaje son la excepción.
Al descender el avión es frecuente en niños el taponamiento y dolor de oídos, debido al colapso de la trompa de Eustaquio (que comunica el oído medio con la faringe). Es aconsejable amamantar a los lactante y ofrecer caramelos para chupar o chicles a los niños mayores en este momento para mejorar los síntomas. Estas sencillas maniobras abren la trompa y alivian la presión. Los resfriados no incrementan estas otalgias ni existe mayor riesgo de posibles daños en el oído debido a las diferencias de presión entre la parte interna y la parte externa del tímpano (barotrauma) por los cambios de presión en el avión aunque el niño padezca una otitis media en el momento del viaje. No hay evidencia de que los viajes aéreos exacerben los síntomas o produzcan complicaciones asociadas con otitis media.
El cinturón de seguridad deberá colocarse siempre durante el despegue y aterrizaje y cuando se aconseje al pasaje. En general, los niños menores de 2 años no pagan billete y por tanto no tienen derecho a asiento y van encima de los padres, con un cinturón de seguridad doble específico para estos casos. Si va en su propio asiento, se puede llevar el cuquito o un adaptador que se colocan con el cinturón de seguridad.
El denominado «jet lag», por viajar a diferentes zonas horarias puede alterar los patrones de sueño en los bebés y los niños, como ocurre en los adultos.
BARCO: Los viajes en barcos de crucero en general son cómodos y seguros (desde el punto de vista médico) para niños de cualquier edad, aunque muchas compañías tienen restricciones de edad, por razones no sanitarias en si. La mayoría acepta niños a partir de 6 meses y algunas no tienen restricción alguna.
Los niños de 2 a 12 años son más sensibles a los mareos. Para minimizar esta molestia es mejor viajar en barcos grandes (mas de 600 pasajeros), que son más estables y soportan mejor los climas adversos. También deben evitarse, en lo posible, los camarotes muy a proa y/o popa, pues se mueven más, siendo las zonas más céntricas las menos sensibles a los balanceos.
Todos los barcos con más de 100 pasajeros y en travesías de más de tres días de duración cuentan obligatoriamente con un doctor/a, así como un enfermero/a a bordo, lo que es una garantía adicional en viajes con niños. Pero no es un servicio gratuito, la mayoría de los barcos cobran los servicios médicos.
Cada pasajero dispone de un chaleco salvavidas. Se debe probar al inicio del viaje y enseñar al niño su uso como un juego, si es posible ya por su edad. Si el chaleco es demasiado grande, no específico para niños, se debe pedir otro más adecuado a algún miembro de la tripulación.
TREN: El tren es un medio de transporte muy recomendable y tiene ventajas sobre el automóvil y el autobús. Durante el trayecto no hay obligatoriedad de permanecer sentado todo el rato, y los niños se pueden mover. En países de bajo desarrollo pueden no ser tan buena opción, por las deficiencias en las vías y los propios trenes y sus condiciones. No suelen existir restricciones de las compañías operadoras
COCHE: En términos de comodidad, no es el medio de transporte más adecuado para viajes largos con niños, ya que la falta de espacio y la poca atención que puede prestarse a un niño en la conducción, provoca cansancio e irritabilidad en ellos.
Los niños deben ir en sillas adecuadas para su edad y sujetos a los asientos por el cinturón de seguridad. Si se planean desplazamientos en coche no hay que olvidar que, en caso de no utilizar el vehículo propio, en algunos países estos dispositivos no son obligatorios y son difíciles de encontrar.
Los accidentes relacionados con vehículos son la principal causa de muerte en los niños viajeros, circunstancia a valorar al decidir usar el coche como medio de transporte en viajes a países donde el estado de las carreteras y las formas de conducción no son adecuadas en general.
CONSEJOS GENERALES, VACUNACIÓN Y QUIMIOPROFILAXIS EN NIÑOS VIAJEROS
Consejos Generales para niños viajeros
En general se deben mantener las recomendaciones preventivas de cualquier viajero pero siendo, si cabe, más estricto en su cumplimiento. Las enfermedades, salvo excepciones, son potencialmente más graves cuanto más pequeño es el niño al adquirirlas.
Debemos asegurarnos que la póliza de seguros médicos incluya a los niños. Se debe evitar viajar a zonas donde los servicios médicos sean malos o inexistentes y viajar bien informados sobre los servicios médicos y su acceso a ellos en el lugar de destino.
AGUA y ALIMENTOS: Siempre se deben seguir las recomendaciones generales sobre la higiene y control de los alimentos y el agua (ver apartado al respecto). El agua debe tener garantía absoluta de potabilidad y en caso de duda, hasta el agua embotellada debe desinfectarse antes de utilizarla para beber o preparar biberones o para la limpieza de los utensilios infantiles (biberones, chupetes, juguetes que se lleven a la boca…)
Se recomienda la ingesta frecuente de líquidos, como el agua, ya que los niños pequeños pueden presentar deshidratación con más facilidad que los adultos, sobre todo en caso de diarrea o en climas muy cálidos. Los niños más pequeños no saben expresar la sed, así que debe ofrecerse agua de forma periódica y frecuente.
En caso de diarrea es muy importante mantener una correcta hidratación, sobre todo en los niños más pequeños, debiendo utilizar para ello soluciones con Sales de Rehidratación Oral y en caso de no disponer de éste se aconseja, al menos, preparar agua azucarada con agua embotellada (más información en la sección “diarrea del viajero”).
MEDIDAS ANTI-MOSQUITOS: Al igual que en el caso de las recomendaciones sobre agua y alimentos, con los niños se debe ser especialmente estricto en el uso adecuado de medidas de barrera antimosquitos y otros insectos, posibles transmisores de enfermedades de gravedad. Un claro ejemplo de este tipo de enfermedades es la malaria, transmitida por los mosquitos y presente en la mayoría de las regiones tropicales y subtropicales del mundo, pero existen muchas otras enfermedades transmitidas por insectos. Para prevenir la malaria existe la posibilidad de tomar medicación preventiva pero su eficacia, aunque muy alta, no es del 100%. Este hecho, sumado a la posibilidad de transmisión de otras enfermedades (como el dengue, la fiebre amarilla, la fiebre de Chikungunya, la fiebre del Nilo Occidental, etc.) hace fundamental el respetar siempre las medidas de control de picaduras. En los niños pequeños las consecuencias de la malaria y de la mayoría de las enfermedades son más graves que en los adultos.
Deben buscarse alojamientos con aire acondicionado y/o con pantallas de protección contra mosquitos en ventanas y puertas. El aire acondicionado es un medio muy efectivo para mantener fuera de la habitación mosquitos.
Entre las distintas medidas, ampliadas en los apartados al respecto, se encuentran:
- Los Repelentes, compuestos químicos que, aplicados sobre la piel, interfieren los receptores químicos de los insectos e impiden que éstos se fijen en la piel para realizar la picadura. Estos productos sólo actúan cuando el insecto se encuentra a poca distancia de su objetivo, es decir, a poca distancia de la piel. En su mayoría no están formalmente autorizados en niños pequeños (en menores de 2-3 años). Pero en los niños viajeros, que van a zonas de enfermedades severas trasmitidas por mosquitos, se recomienda utilizar alguno de los compuestos más estudiados, como el DEET y el Icaridin, en los niños de cualquier edad por encima de 2 meses. Hay que recordar que la principal recomendación es no viajar a estas zonas con niños muy pequeños, por esta y muchas razones de salud, pero si el viaje es ineludible, se deben utilizar medidas de precaución anti-mosquitos, incluido el uso de repelentes. Se recomienda prudencia en menores de 6 meses, con concentraciones y frecuencia de uso menores que en los viajeros en general. Otros principios activos se recomiendan a partir de los 2 años, sobre todo debido a la falta de datos de seguridad.
- Otras Medidas como 1) las Mosquiteras, que son un medio excelente de protección personal mientras se está durmiendo, 2) las ropas de protección, que cubran la piel y de grosor adecuado y 3) las espirales contra mosquitos (de uso exterior), los difusores de insecticidas (requieren electricidad) y los sprays en aerosol (eficaces para conseguir un efecto rápido)
ANIMALES (Rabia): A nivel mundial, la rabia es mucho más frecuente en niños que en adultos. Es una enfermedad mortal y está aún presente en muchas regiones del mundo. Esto es debido a las mayores posibilidades de contacto con los animales (en forma de juegos y sin los temores propios de los adultos) y a que los niños tienen más probabilidades de ser mordidos en la cabeza o el cuello, dando lugar a lesiones más graves y que aceleran la enfermedad. Los padres y los propios niños deben conocer que hay que ser muy cuidadosos para evitar el contacto con animales no familiares o abandonados. No solo las mordeduras son peligrosas, puede existir peligro en arañazos, lameduras, etc., por lo que no se debe permitir ni siquiera en forma de juego.
En los países de menor desarrollo la rabia está presente de forma selvática (animales salvajes) pero también urbana, fundamentalmente en los perros y sin olvidar también los gatos. En países de más desarrollo hay que valorar la posibilidad de rabia en contactos con animales no domésticos, fundamentalmente.
Aunque los perros son los causantes de la gran mayoría de casos de rabia humana, cualquier mamífero puede transmitirla, y particularmente los cánidos, felinos y murciélagos. Por ello cualquier lesión por animal se debe lavar bien con agua y jabón y utilizar luego abundante povidona yodada si está disponible. El niño debe ser llevado inmediatamente a un centro médico, para evaluar la necesidad de profilaxis post-exposición contra la rabia, incluso si estaba vacunado de forma preventiva (esta vacunación disminuye el riesgo pero no evita la necesidad de parte de la actuación y vacunación tras la mordedura).En algunos destinos el acceso a la vacuna y otras medidas es complejo, por lo que es importante que el seguro médico incluya la posible evacuación inmediata para conseguir la asistencia urgente necesaria.
ALTURA: Los niños son tan susceptibles al mal de altura como los adultos. Los niños pequeños que no pueden hablar muestran síntomas inespecíficos, como irritabilidad inexplicable, pérdida de apetito y cambios en el sueño y patrones de actividad. Los niños mayores pueden quejarse de dolor de cabeza o dificultad para respirar. Si un niño muestra síntomas inexplicables después de un ascenso, es necesario descender a ver si mejora. El uso de acetazolamida como medida preventiva no está aprobado para el mal de altura en niños, pero es un fármaco seguro en los niños, en los que se utiliza para otras indicaciones, por lo que podría ser recomendado en algunos casos.
BUCEO: En general no se recomienda bucear antes de los 12 años debido a la inmadurez emocional y falta de control, características necesarias para practicar este deporte sin riesgos. Los niños menores de 8 años no deben practicar buceo debido a la inmadurez pulmonar.
EXPOSICIÓN SOLAR: La exposición al sol (luz ultravioleta: UV) y las quemaduras solares, especialmente antes de los 15 años, están fuertemente asociadas con algunos tipos de cáncer de piel. La exposición a la luz UV es más alta cerca del ecuador, a grandes alturas, durante el mediodía y donde la luz se refleja en el agua o la nieve.
Los protectores solares se recomiendan en niños a partir de los 6 meses. Los protectores solares deben tener un factor de protección SPF ≥ 15 y proporcionar protección contra los rayos UVA y UVB. Deben aplicarse según las indicaciones y volverse a aplicar después de bañarse o si hay intensa sudoración. Los bebés de <6 meses requieren una protección extra contra el sol debido a su piel más fina y más sensible (una quemadura severa en este grupo de edad se considera una emergencia médica). Estos bebés deben mantenerse siempre a la sombra y llevar ropa que cubra todo el cuerpo, pudiendo aplicarles una cantidad mínima de protector solar en las pequeñas áreas que quedan expuestas, como la cara y las manos.
Es conveniente que, cunado van a exponerse al sol, los niños utilicen siempre sombreros, para disminuir la radiación en la cara. Las gafas de sol son también muy recomendables para disminuir el riesgo futuro de desarrollar cataratas y otros problemas oculares relacionados con la exposición solar.
BOTIQUÍN: El botiquín de un niño viajero tiene consideraciones especiales respecto al de un viajero en general, ya que muchos medicamentos tienen dosificaciones específicas según la edad y la mayoría se encuentran contraindicados por debajo de los 2 años de edad, salvo por decisión médica.
Puede incluir analgésicos (p.e: paracetamol, ibuprofeno), antiácidos (p.e: almagato), antibióticos (p.e: penicilinas, cefalosporinas, macrólidos), sales de rehidratación oral, antisépticos tópicos (p.e: clorhexidina), antihistamínicos (p.e: dexclorfeniramina), gasas, apósitos, etc.
Pero, salvo excepciones, deben ser prescritos y manejados bajo supervisión médica, por lo que es conveniente que sea elaborado específicamente con ayuda del médico de familia, el pediatra o el médico del centro de vacunación internacional.
Vacunación en niños viajeros
En general, se puede decir que las vacunas del viajero están indicadas en niños de forma similar al adulto a partir del año-dos años de edad, aunque algunas tienen dosificaciones específicas según la edad o deben esperar incluso a los 6 años para poder indicarse. Sin embargo, será siempre necesario sopesar los riesgos y beneficios en cada caso individual, ya que en determinados casos puede ser más seguro administrar una vacuna fuera del rango de edad más idóneo que afrontar un riesgo de exposición alto.
Lo primero a valorar cuando un niño va a viajar es si lleva al día las vacunas habituales de rutina en nuestro país (el calendario vacunal infantil), ya que muchas de las enfermedades de las que protegen continúan estando muy presentes en algunos de los países que se van a visitar. Si el niño careciese de una de estas vacunas lo primero sería poner al día el calendario de vacunación.
Si el riesgo se considera especialmente alto, se debe valorar el adelantar algunas de las vacunaciones sistemáticas con pautas aceleradas específicas (ver tabla) para niños que van a viajar. En aquellos casos de niños pequeños que se desplazan a vivir definitivamente a otro país, la recomendación es, adaptarse lo más pronto posible al calendario vacunal de dicho país.
Las contraindicaciones de las vacunas del viajero en niños son similares a las de los viajeros adultos, además de las consideraciones sobre la edad a partir de la que se pueden utilizar. Destaca la necesidad de valorar la composición de las vacunas en cuanto a si es una vacuna inactivada o viva, por la contraindicación específica de la vacunación con vacunas vivas en viajeros con alteraciones de la inmunidad.
Existen vacunas cuya presentación (dosis) es la misma que la de los adultos, pero otras son específicas para niños según edad e incluso puede variar según el tipo de vacuna utilizada, aún indicada para una misma enfermedad.
Vacunación de niños viajeros
**Completar siempre el calendario vacunal infantil de acuerdo a su edad
(Salvo Contraindicación Específica)**
Neumococo (7valente) | 2,4,6 meses | 6,10,14 semanas (+ una cuarta dosis a los 12-15m) | ||
Vacunas específicas del Viajero | ||||
Vacuna | Tipo | Edad mínima a partir de la cual se indica | ||
Cólera Cólera | Inactivada VIVA | 2 años 2 años | ||
Encefalitis por garrapatas | Inactivada | 1 año | ||
Encefalitis Japonesa | Inactivada | 2 meses | ||
Fiebre Amarilla | VIVA | 1 año (valorar a partir de los 9 meses y a partir de 6 meses si el riesgo es muy alto) | ||
Fiebre Tifoidea inyectable | Inactivada | 2 años | ||
Fiebre Tifoidea oral (Ty21a) | VIVA | 5 años | ||
Hepatitis A | Inactivada | 1 año | ||
Meningitis meningocócica Tetravalente polisacárida | Inactivada | 2 años | ||
Meningitis meningocócica Tetravalente conjugada | Inactivada | 1 o 2 años (Según marca comercial) | ||
Rabia pre-exposición | Inactivada | Generalmente 1 año (aunque postexposición no hay edad mínima límite) | ||
Tuberculosis (BCG) | VIVA | Nacimiento, en casos muy específicos de riesgo alto (protección ante TB diseminada y meningítica) |
Riesgo de Malaria en el niño viajero
El paludismo o malaria es una enfermedad potencialmente mortal frecuente en muchas regiones tropicales y subtropicales. Está causado por un parásito, el Plasmodium, del que existen cuatro especies diferentes, distribuidas de diferente forma según las regiones, siendo la forma más grave generalmente la producida por la especie P.falciparum, que se manifiesta con síntomas variables, como, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor y debilidad muscular, vómitos, tos, diarrea y dolor abdominal; pueden sobrevenir otros síntomas más graves y que condicionan una enfermedad grave e incluso la muerte.
El parásito del paludismo es transmitido por la hembra del mosquito Anopheles, un mosquito que pica principalmente entre el anochecer y el amanecer.
La recomendación general es la de no viajar con bebés o niños pequeños a zonas con riesgo de paludismo por P. falciparum. Si no puede evitarse el viaje, es fundamental proteger cuidadosamente a los niños frente a las picaduras de mosquitos y darles la quimioprofilaxis adecuada. Los viajeros de larga duración y los expatriados, deberán ir ajustando la dosis de quimioprofilaxis progresivamente en función del incremento del peso del niño.
La malaria es una de las enfermedades más graves y potencialmente mortales para los niños viajeros. Los niños que viajan en visitas prolongadas a amigos y familiares en los países de origen de sus padres tienen un riesgo particularmente alto de contraer la malaria si no reciben quimioprofilaxis (medicación preventiva).
Los niños con malaria pueden desarrollar más rápidamente una malaria grave que los adultos. Existe un mayor riesgo de complicaciones, incluyendo la muerte por esta enfermedad. Los síntomas iniciales de la malaria en los niños pequeños son atípicos y difíciles de reconocer y pueden parecerse a muchas otras causas comunes de enfermedad febril pediátricas y esto puede llevar a retrasos diagnósticos y de tratamiento. Los padres deben conocer a fondo las medidas preventivas adecuadas, ser conscientes de los posibles signos y síntomas de la malaria, y de la necesidad de atención médica inmediata si aparecen. En los lactantes se debe sospechar paludismo incluso si enferman sin fiebre.
Los adultos responsables deben aplicar estrictamente en los niños las medidas de protección contra las picaduras de mosquitos, siguiendo las dosis recomendadas de los repelentes de insectos. Se debe tener en cuenta que a pesar de tomar cualquier medicación preventiva, la posibilidad de contraer malaria no desaparece de forma absoluta. Asimismo, ningún medicamento está libre de efectos secundarios y no deben tomarse si no hay un riesgo verdadero.
Existen varios medicamentos preventivos antimaláricos que se utilizan en la denominada “Quimioprofilaxis antipalúdica” (ver apartado), similares a los utilizados en los adultos. Pero la quimioprofilaxis del paludismo en niños es algo más compleja, ya que existen fármacos no indicados o formalmente contraindicados por debajo de cierta edad o peso. Y, sea cual sea el fármaco de elección, habrá que adecuar la dosis al peso, teniendo en cuenta que, en general, no existen formulaciones adaptadas a las poblaciones pediátricas.
Se pueden dividir los comprimidos y disolverlos en líquidos o triturarlos y mezclarlos con alimentos (mermeladas, yogures, plátano…) para disimular su sabor amargo, si es necesario. Se debe asegurar que hay medicación suficiente para prevenir posibles repeticiones de dosis, tras problemas como escupir la medicación o vomitarla.
Algunos fármacos preventivos (cloroquina, proguanil y mefloquina) se consideran compatibles con la lactancia materna pero otros no (atovacuona +proguanil y doxiciclina). En los lactantes debe considerarse que, aunque exista paso de fármacos antipalúdicos en la leche materna, las concentraciones a las que puede llegar el fármaco en el lactante no son suficientes para su protección y que, por lo tanto, el lactante debe realizar su propia quimioprofilaxis.
Las características de la utilización de los distintos fármacos para la prevención de la malaria en los niños se pueden resumir como:
1.- La cloroquina (Resochín®) es segura a cualquier edad y peso, pero existen muchas zonas de transmisión de la enfermedad con organismos resistentes a este producto.
2.-La mefloquina (Lariam®) se puede usar desde que el bebé alcanza los 5 Kg., según la Organización Mundial de la salud (OMS). Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades americanos (CDC) recomiendan el uso de esta medicación preventiva con cualquier edad y peso, ajustando la dosis según el peso corporal.
3.-La atovacuona + proguanil (Malarone/Malaway®) no se utiliza generalmente en España para la profilaxis de niños que pesan menos de 11 kilos ya que en su autorización se consideró que no hay datos suficientes de seguridad por debajo de este peso. Sin embargo, en países como Estados Unidos, Bélgica, Canadá o Francia está autorizado ya como profilaxis a partir de 5 kilos de peso corporal.
4.- La doxiciclina está contraindicada en niños menores de 8 años, ya que su uso en el periodo de desarrollo dental puede causar coloración permanente de los dientes.
Todos los medicamentos antipalúdicos se mantendrán fuera del alcance de los niños y se guardarán en recipientes con cierre a prueba de niños. La cloroquina es especialmente tóxica para los niños en caso de sobredosis.
ENLACES DE INTERÉS en NIÑOS VIAJEROS
CDC (Centers for Disease Control and Prevention). Travelers’ health. Traveling Safely with Infants & Children
https://wwwnc.cdc.gov/travel/yellowbook/2024/family/infants-and-children
NHS Scotland. Fit For Travel. Advice for Child Travellers https://www.fitfortravel.nhs.uk/advice/general-travel-health-advice/child-travellers.aspx
NaTHNaC. Children. https://www.travelhealthpro.org.uk/factsheet/82/children